Güelfos y gibelinos

Durante la Edad Media se acuñó el nombre de Dominium mundi para referirse a la idea del dominio universal, inspirada en el recuerdo del antiguo Imperio Romano. Este propósito implicaba el reconocimiento de una autoridad suprema, lo que generó una prolongada pugna política y espiritual entre el poder imperial y el poder eclesiástico, representados principalmente por el Sacro Imperio Romano Germánico, regido por el Emperador, y la Iglesia Católica, regida por el Papa.

Esta idea de dominio universal provocó que, hacia finales del siglo XII, en Pistoia (Italia), a causa de las diferencias nacidas en el seno de la potente familia Cancelleri, se llevara a cabo la escisión en dos facciones, llamadas güelfos y gibelinos, que ensangrentaron la Toscana del siglo XIII. Los güelfos apoyaron a la Iglesia, mientras que los gibelinos apoyaban al Imperio.

El término güelfos proviene de la casa de Baviera (los Welfen, de donde se derivaría la palabra "güelfo") y el término gibelino viene de la casa de los Hohenstaufen de Suabia, señores del castillo de Waiblingen (y de ahí la palabra "gibelino").

En Florencia, la facción de los güelfos (piezas Blancas) estaba capitaneada por Viero Cerchi, contemporáneo de Dante Alighieri, y la de los gibelinos (piezas Negras), por Corso Donati. Después de cruentas luchas, vencieron en 1300 los güelfos y Corso Donati tuvo que exiliarse. Sin embargo, en 1301, Donati, con el apoyo de Carlos de Valois, rey de Francia, atacó por sorpresa Florencia y destruyó todas las fuerzas de los güelfos, quienes sólo salvaron a su capitán y a una compañía. Los gibelinos se apoderaron de la ciudad y se asentaron en su castillo. El capitán de los güelfos pensaba abandonar la lucha, cuando una voz divina le susurró algunas palabras misteriosas al oído que le decidieron a continuar la batalla, que ganó al cabo de 16 jornadas, representadas por cada una de las jugadas que resuelven el problema.




Fuentes:




No hay comentarios:

Publicar un comentario